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De "Lugares" a "Franquicias", el debate por la involución de sentido en los bares porteños

16/04/2021
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El reciente caso de la reapertura del Bar Cinzano que entregara en exclusiva RVL ha permitido al puerto tener una buena noticia que hacía mucho no se daba. 

A pesar de esto, el caso permite recordar un viejo problema del paso del tiempo: Nunca se detiene ni aplaca sus efectos. Eso lo sienten los bares del puerto, que tienen una identidad, por su historia asociada a un lugar y un nombre, pero que dependen de generar ganancias para tratar de sobrevivir.

Reabrir el Bar Cinzano (1896) significará recuperar una institución de la bohemia porteña en cuanto a su espacio físico, pero seguramente implicaría renunciar a su nombre, según lo anticipó el nuevo administrador, Maximiliano Muñoz, porque hay una quiebra que pesa por la anterior gestión.

Otro sitio que vive un momento difícil es el Bar Liberty, ubicado en pleno corazón de Barrio Puerto. Allí se está organizando una rifa para poder mantener vivo el lugar, en un claro llamado a la comunidad para no perder otro espacio de tradición. Yasmin Fierro, su administradora, comenta el valor del lugar.

En el mismo sector del puerto tenía sus raíces el Roland Bar, un clásico cuya data viene aproximadamente del 1900 y estaba ubicado originalmente en calle Bustamante. Se mudó a Errázuriz, donde se cerró el año 2000 luego de un incendio. El 2016 tuvo una corta segunda vida en el antiguo Hotel Condell, en plena calle Bellavista. Así como volvió su nombre, rápidamente se fue.

Algo parecido ocurrió con el "Antiguo Bar Inglés", como dicen las baldosas de su entrada en calle Cochrane. El 2017 tuvo una reapertura muy cercana a su cierre por algunos meses, pero no se hizo sostenible y ahora el flemático local fue anexado como parte de los comedores de un restaurant contiguo en el sector. Se perdió el nombre y el lugar.

En etapa de desarme, después de 113 años de vida, se encuentra el Bar Restaurant La Playa. Su anuncio de cierre fue producto de la pandemia y el estallido social. Si bien su ubicación en calle Serrano no era la original, sí se volvió icónica, por su barra y subterráneo.

Un caso distinto, pero igual de delicado, fue lo ocurrido con "El Dominó", restaurante conocido por sus chorrillanas y calugas de pescado y siempre visitado por periodistas nocturnos. El 2010 debió cambiar su nombre, debido a que una cadena santiaguina de comida rápida inscribió el nombre en el Instituto Nacional de Propiedad Industrial. Hoy trata de sobrevivir en calle Cumming.

De este modo, nos damos cuenta que los bares no son sólo espacios para beber y comer, sino lugares que con el paso de los años, marcan la identidad de barrios o ciudades. Si los bares tienen un valor histórico, cultural y económico para un territorio, ¿de qué manera es posible cuidar ese valor?

Sebastián Raby, columnista del espacio Café Estación, de Radio Valentín Letelier, señala que este aspecto está al criterio de lo privado. Para él esto debe ser mediado por una autoridad o comunidad local.

Similar visión tiene Loreto González, desde Orienta Pyme, un organismo dedicado a la asesoría de pequeñas y medianas empresas. Ella señala que en este caso particular hay un factor en juego, como es el posible cambio de los usos o costumbres de los entornos urbanos, los cuales, por la declaratoria patrimonial de la ciudad por UNESCO, debiesen ser resguardados.

 

Esta semana Valparaíso recibió la denominación de Zona de Interés Turístico (ZOIT) de parte del Gobierno de Chile, éste es un instrumento de gestión pública para el fomento del turismo, que requiere de medidas de conservación y una planificación integrada. El nuevo título de Valparaíso encuentra a los bares de la ciudad entre la disyuntiva de sobrevivir con su valor de marca, pero con la posibilidad de perder sus valores de autenticidad local, eso que permite reconocer en un espacio las vivencias y recuerdos de una comunidad.