Docentes y ex alumnas reivindican labor del Instituto Antonio Vicente Mosquete de Viña del Mar
El Instituto Antonio Vicente Mosquete de Viña del Mar es una institución educacional con más de 30 años de experiencia en la atención especializada de personas con discapacidad visual, ya sea ceguera o baja visión, con o sin discapacidades asociadas.
Dependiente de la Corporación Municipal de Viña del Mar, el establecimiento ha sido un referente regional y nacional en educación y habilitación inclusiva, prestando servicios gratuitos a estudiantes de todas las edades que requieren apoyo para desarrollarse personal y socialmente.
Durante su trayectoria, el Instituto ha brindado un espacio de contención, formación y acompañamiento a personas que no solo han enfrentado la pérdida de la visión, sino también importantes crisis vitales asociadas a esta condición, como también a sus familias. Muchos de nuestros usuarios adultos y adultos mayores han logrado reinsertarse en la vida familiar, laboral y comunitaria gracias a la intervención educativa integral que ofrecemos.
Sin embargo, en septiembre de 2024, se les notificó a través del Ordinario N°0927 de la Secretaría Ministerial de Educación la aplicación del Decreto N°332 del año 2012, el cual establece que los establecimientos de educación especial solo pueden atender estudiantes hasta los 26 años.
Esta nueva directriz contradice la práctica sostenida durante más de dos décadas en nuestro Instituto, basada en el Decreto Exento N°03436 de 2002, que permite atender a personas mayores de esa edad durante un periodo de dos años, tiempo fundamental para que los beneficiarios puedan adquirir herramientas que les permitan recuperar autonomía, identidad y propósito de vida, señalan.
Desde la promulgación de dicho decreto y a lo largo de sucesivas supervisiones técnicas, ninguna autoridad educativa —ni la Corporación Municipal de Viña del Mar, ni la Secretaría Ministerial de Educación, ni la Superintendencia de Educación— había observado irregularidades respecto a la atención de personas mayores de 26 años. Esta validación tácita respalda la legitimidad, pertinencia y necesidad de mantener dicha cobertura etaria.
En virtud de lo anterior, cabe señalar que, desde el inicio del año 2025, el establecimiento se ha visto impedido de matricular a nuevos estudiantes mayores de 26 años, debido a que el Ministerio de Educación ha dejado de entregar subvención para estos casos, afectando directamente el acceso a educación y rehabilitación de esta población.
Ante esta situación, tanto el establecimiento como los propios afectados han impulsado diversas acciones para revertir esta exclusión, entre ellas, la presentación de un proyecto de ley que busca ampliar la edad de ingreso a la educación especial; recursos de protección ante la Corte de Apelaciones y la Corte Suprema; y acciones interpuestas ante el Tribunal Constitucional. Recientemente hemos recibido la información que el recurso presentado en este tribunal, ha sido admisible e indica inaplicabilidad por inconstitucionalidad.
Todas estas gestiones reflejan el profundo impacto social de esta medida y la urgente necesidad de revisar el marco normativo vigente para resguardar el derecho a la educación de las personas adultas con discapacidad visual.
Desde una perspectiva ética, técnica y humanitaria, limitar el acceso a procesos educativos y de habilitación a personas adultas con discapacidad visual por un criterio etario constituye una forma de exclusión que vulnera principios fundamentales de equidad y derechos humanos, dicen. La pérdida de visión puede ocurrir en cualquier momento de la vida, y la respuesta educativa no puede quedar restringida a una franja etaria que desconoce esta realidad. Por el contrario, se requiere una normativa flexible y justa, capaz de dar respuesta a la diversidad de trayectorias de vida y a las necesidades específicas de quienes han quedado en situación de desventaja.
Madres, padres y apoderados, ex estudiantes y alumnos mayores de 26 años del IAVM se han movilizado. En RVL conversamos con Paulina Portilla, docente y Jimena Rubilar, ex alumna que ingresó con 36 años allí.