Presidenta de Parque Cultural de Valparaíso presentó su renuncia
Después de permanecer en la presidencia del directorio de PCdV por más de un año, Gianina Figueroa renunció al cargo apuntando a las deficiencias en modelo y gobernanza y a la compleja situación de la institución, a raíz de antiguas deudas de arrastre que mantiene la entidad quedando hoy en una situación “inviable”. Advierte que la “desidia de algunas instituciones al no haber nombrado a representantes en el directorio” deja a Parque Cultural sin poder adoptar decisiones estructurales que permitan su continuidad.
Asegura que pese a la adversidad en la que asumió a fines de 2023 “Parque Cultural logró instalar una parrilla de programación de relevancia nacional, sumando artistas de primer nivel, conciertos masivos y apoyo concreto para nuestros artistas y creadores regionales, con el 98 por ciento de las actividades gratuitas”.
“Chile necesita con urgencia un nuevo pacto para sostener sus instituciones culturales y democráticas. Pero también necesita recuperar la ética pública que distinga entre quienes usan lo público para servirse de él y quienes se ponen al servicio de lo público. Recuperar esa distinción no es menor: de ella depende, en buena medida, nuestra capacidad de volver a confiar”, señaló.
DECLARACIÓN DE LA PRESIDENTA DEL DIRECTORIO:
“Tras más de un año de trabajo ad honorem y de asumir la presidencia del directorio del Parque Cultural de Valparaíso en octubre de 2023, decido presentar mi renuncia, no sin antes expresar el profundo dolor y frustración que me genera la situación actual. Esta decisión es también un llamado urgente a enfrentar los problemas estructurales que amenazan la continuidad de este espacio vital para nuestra ciudad y para Chile y poner el foco, además, en los difíciles momentos que viven varios centros colaboradores del Ministerio de Cultura.
Al asumir esta presidencia, Parque Cultural se encontraba en una crisis financiera alarmante. No había recursos para pagar sueldos y las deudas de administraciones anteriores, que aún se mantienen, amenazaban su funcionamiento y la estabilidad de los trabajadores. Para asegurar el cumplimiento de compromisos, debimos asumir un préstamo, tomar decisiones difíciles y sostener este espacio contra viento y marea. A pesar de todo, nuestro compromiso permitió en 2024 no solo cumplir con todos los compromisos básicos operacionales, sino también generar ahorros significativos, cumplir con los compromisos programáticos y generar hitos significativos que nos permitieron una visibilidad importante, apoyando a artistas nacionales y regionales.
Recuperamos los conciertos masivos y las actividades que convocaron nuevos públicos, intentando democratizar aún más su oferta cultural, manifestando nuestro irrestricto compromiso con la Culturas, las Artes, el Patrimonio y la Memoria. A través de alianzas público-privadas, concretamos numerosas acciones a favor de las infancias y familias y, especialmente, de las comunidades que merecen un acceso a la cultura como base fundamental de sociedades con pensamiento crítico.
Logramos posicionar al Parque Cultural de Valparaíso en medios regionales, nacionales e internacionales, fortaleciendo su visibilidad y reconocimiento. Sin embargo, el escenario actual, con la cuenta embargada debido a las deudas de arrastre, hace insostenible continuar bajo un modelo de gobernanza que ha demostrado ser profundamente ineficaz.
Mi renuncia es un acto de ética y política. No puede seguir naturalizándose que las instituciones públicas que integran este directorio actúen con desidia sin nombrar a sus representantes dejándonos imposibilitados de adoptar decisiones estructurales. Esta falta de compromiso es una de las raíces del problema.
La gobernanza fallida, el modelo subsidiario que asfixia financieramente a las instituciones sin fines de lucro, y la precarización del trabajo cultural, configuran un escenario donde el compromiso con la cultura y los derechos humanos se vuelve una hazaña.
El 98% de las actividades anuales del Parque son gratuitas y benefician a diversas comunidades de la región y el país. Sin embargo, el único sostenedor económico es el Ministerio de la Cultura, y aunque hemos realizado esfuerzos los privados no se han sentido convocados y eso es una lástima.
Lo que está ocurriendo en Parque Cultural no es un hecho aislado. Son varios los centros colaboradores que enfrentan a situaciones similares. Por lo anterior, formulo un llamado al Estado de Chile a no permitir que espacios culturales y de memoria tan significativos sean abandonados. Se necesita un compromiso estructural, real, transparente y sostenido.
El sitio de Memoria, parte esencial del Parque, carece de financiamiento permanente, comprometiendo su dignidad y su misión de preservar la historia y fortalecer el “nunca más”. El Estado ha fallado en protegerlo adecuadamente, y mientras no se repiense el modelo subsidiario que hoy asfixia a estos espacios, seguiremos asistiendo a su lento deterioro.
Agradezco sinceramente a la ministra Carolina Arredondo por sus esfuerzos permanentes y genuinos frente a obstáculos enormes. La continuidad y viabilidad del Parque Cultural de Valparaíso no puede seguir dependiendo de esfuerzos aislados. Requiere voluntad política real, compromiso de las instituciones de involucrarse más allá de sus discursos, y un nuevo modelo de gobernanza que garantice que este espacio, su memoria y su aporte a la ciudad sigan vivos para las próximas generaciones.
Frente a este escenario, urge recuperar una ética de lo colectivo. Reivindicar el liderazgo comprometido no como excepción, sino como horizonte deseable. Defender a quienes actúan con convicción y resultados, aunque incomoden. Porque sin confianza en la acción colectiva, no hay democracia posible. Y sin estructuras que respalden esa acción, todo esfuerzo se vuelve sacrificio.
Renunciar también puede ser un acto de resistencia. Lo es en este caso.
Un gesto que busca abrir camino, destrabar pequeñeces y decir con claridad que no todo vale. Que el silencio no es neutral. Que cuando el bien común es atacado, hay que defenderlo.
Chile necesita con urgencia un nuevo pacto para sostener sus instituciones culturales y democráticas. Pero también necesita recuperar una ética pública que distinga entre quienes usan lo público para servirse de él y quienes se ponen al servicio de lo público. Recuperar esa distinción no es menor: de ella depende, en buena medida, nuestra capacidad de volver a confiar.
Valparaíso merece mucho más.
Gianina Figueroa Ipinza