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El desafío de evitar un nuevo tropiezo

15/12/2025
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Al amanecer de este nuevo día, probablemente nada será muy distinto del último día hábil de la semana pasada, salvo que comenzará el ciclo de la especulación de los largos 3 meses que tendrá el nuevo gobierno para asumir. Una “transición” que a esta altura debiera ser revisada, habida cuenta que sigue gobernando un presidente que ya tiene un reemplazante y un parlamento que, en esta oportunidad, sobre todo en la cámara de diputados, se renovará como nunca antes había ocurrido.

Lo que sí es claro es que ayer solo se concretó una victoria que ya estaba sentenciada desde la tarde en que se contaron los votos de la primera vuelta, instalando a José Antonio Kast como ganador indiscutible sobre Jeanette Jara en estas elecciones, en una justa democrática incuestionable y que le dota de la legitimidad que solo el voto popular es capaz de otorgar.

Y si bien las miradas estarán puestas en los gestos republicanos y en los futuros ministros y ministras, amén de las expectativas que la mayoría de los chilenos y chilenas tiene respecto del nuevo mandatario, quien logró sintonizar con el anhelo de orden y seguridad que dominaron el debate de los últimos años, el asunto va por otro lado.

Es que no se trata, como especulan los analistas nacionales, del triunfo del rechazo frente al octubrismo y cosas de ese estilo. Se trata, más bien, de la victoria del hastío hacia la política, de un rechazo al gobierno de turno y del apoyo a quien aparecía como mejor aspectado para hacer frente al tema de la inseguridad, el gran dominador del debate público desde hace tiempo.

Así las cosas, y como al fin de cuentas lo que ocurrió ayer no es nada más que la repetición de lo que ha venido sucediendo desde que Ricardo Lagos entregó el poder (5 gobiernos consecutivos incluido este), ningún presidente ha sido capaz de concluir su mandato sin la oposición de la ciudadanía, expresada en el voto a un candidato o candidata de otro sector. Quizás la única diferencia sustantiva es que se trata de la primera vez que se impone un candidato que votó por el Sí y que apoyó abiertamente a Pinochet hasta cuando le fue posible.

De este modo, el que otrora fuera un poco conocido diputado de la UDI y ciertamente el más improbable de sus militantes para proyectarse a La Moneda, hoy se erige como Presidente, gracias a su tesón y una adecuada lectura del momento político, además de la ayuda de un gobierno que, ilusionado por el voto de la segunda vuelta anterior, se creyó poseedor, tal como los más fervorosos creyentes, de una “nueva verdad”, muy distante del anhelo de los ciudadanos, ante lo cual demostró un despliegue de errores y torpezas que le generaron una distancia ciudadana que nunca lo sacó del 30 por ciento de adhesión.

En ese contexto, José Antonio Kast y los republicanos tienen el gran desafío no solo de gobernar correctamente, sino que, sobre todo, de aprender de la lección y no tropezar como ya lo hicieron en la segunda convención constitucional. En efecto, a pesar de que los medios nacionales solo se acuerdan del primer plebiscito de salida (por supuesto a partir de las expectativas y la paliza que supuso para el gobierno), los republicanos, cuando lograron la mayoría absoluta para generar una nueva constitución sobre la base de la propuesta de los expertos, optaron por proponer un texto a la medida de sus ideas, generando un rechazo a una segunda propuesta maximalista.

Entonces, la verdadera pregunta que deben responder José Antonio Kast y el partido republicano (más allá de las obvias respecto de la formación de un gobierno), es si, al igual que Gabriel Boric, se dejará llevar por la ilusión de los votos de la segunda vuelta y comenzará a gobernar para la barra brava o será capaz de no repetir el error y aspirar a concretar las urgencias de los chilenos sin sectarismo y sorteando el embobamiento que poseyó a quienes llegaron al poder hace cuatro años, a sabiendas que no tenían asegurada una mayoría en el parlamento, tal como le ocurrirá al gobierno entrante.

Los ejemplos de la primera parte del gobierno de Boric y de última convención constitucional están latentes. Habrá que ver entonces si Kast y sus adherentes aprendieron la lección. Es el desafío de evitar un nuevo tropiezo.

RVL