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Los esfuerzos en edificios públicos para mantener las fachadas limpias en Valparaíso

07/09/2017
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Valparaíso, ciudad patrimonio de la humanidad, diariamente recorrida por visitantes que se deslumbran con su diversa arquitectura tradicional y, a la vez, por la inmensa cantidad de rayados que tapan las fachadas de inmuebles con alto valor histórico. Pocos edificios logran “salvarse” de los denominados “tags” o firmas que hacen personas durante la noche.

Es el caso de la Biblioteca Santiago Severín, primera biblioteca pública de país, creada en febrero del año 1873 y declarada Monumento Histórico en 1998, blanco inmueble que se puede apreciar a un costado de la Plaza Victoria.

Al respecto conversamos con Luis Collao Cerda, quien es bibliotecólogo y director subrogante de la Biblioteca Santiago Severín. Señaló que la estrategia utilizada para mantener limpia la fachada es pintar y repintar cada vez que alguien deja un rayado.

Consultado por el costo que eso significa, Collao informó que la última aplicación de pintura –aplicada hace un mes atrás- tuvo un valor de 800 mil pesos aproximadamente. Otro de los espacios que se destaca por mantener su fachada limpia de rayados y tags es el de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso.

El edificio fue construido entre los años 1948 y 1954 y es considerado una de las obras arquitectónicas más interesantes construidas a mediados del siglo XX en Chile. El edificio –declarado como inmueble de conservación histórica el año 2004- está completamente revestido con mosaicos, la mayoría armados con piezas importadas de Italia, lo que le da una textura rugosa que podría dificultar el trazo de quienes rayan.

No obstante, a juicio del académico Camilo Arancibia Hurtado, quien es Coordinador del Archivo Histórico y Acervo Cultural de la Escuela de Derecho de la Universidad de Valparaíso, el respeto por el inmueble tendría relación con la identidad cultural y patrimonial que significa para la comunidad porteña.

En relación con las políticas públicas que se podrían realizar a fin de mantener el respeto por las fachadas, el académico afirmó que “lo que debería realizarse es una educación en el ámbito patrimonial para que las personas no sólo sientan que los edificios se abren una vez al año (…) sino que también exista una conciencia acerca de que esos edificios y estatuas corresponden a la identidad e historia de una ciudad y esa historia es también historia de los ciudadanos”.

Arancibia enfatizó, señalando, que “si los ciudadanos pueden abordar de esa manera el encuentro con sus propios espacios públicos, entonces también se tenderá a un mayor respeto”.